Olgalex
Olga nació el 10 de enero de 1989 en Tavernes Blanques, Valencia. Cuentan sus más allegados que desde sus primeros pasos ya demostraba que iba a conseguir todo lo que se propusiera; y así fue. Poco después de terminar su etapa académica, siendo ya maestra apasionada, nos conocimos.
Yo, Alejandro, nací el mismo año, pero un 12 de noviembre en Valencia. Hasta encontrarme, con Olga, la vida me enseñó de una forma muy dura, con grandes sorpresas en medio, aunque eso me serviría de gran ayuda más adelante. Pese a que mi formación está relacionada con el mundo socio-sanitario, casi siempre he trabajo en el sector del entretenimiento. Ahí es donde conocí a Olga.
El 30 de junio del 2012 comenzamos el “nosotros”. Los inicios fueron duros. Para empezar le estuve lanzando indirectas 6 meses, hasta que un día desistí porque pasaba de mi cara. En ese momento la chica, por un ataque de celos incomprensible para ella, reaccionó y mostró interés.
Una vez comenzamos a estar juntos las cosas no fueron nada fáciles. La empresa para la que trabajábamos como animadores turísticos nos ponía todo tipo de impedimentos para conciliar la relación laboral con la personal. Meses más tarde Olga volvió a Tavernes Blanques y luego se mudó a Altura (Castellón), mientras yo continuaba trabajando en Guardamar del Segura, Alicante.
Finalmente, 6 meses después de empezar y tras muchos kilómetros a nuestras espaldas, comenzamos a vivir juntos en Atura. Desde el primer momento tuvimos que aprovechar cada segundo, tal vez por eso nos pusimos las pilas al final. Recuerdo perfectamente como planeamos nuestro arrejuntamiento en aquel piso que se movía cuando hacía viento, y también como, en una comida, se lo dijimos a la familia y casi nos matan . Sabíamos que queríamos tener un hijo. A los cuatro años de estar juntos, y por facilidades legales, nos casamos y aprovechamos para montar esa fiesta de arrejuntamiento que tanto pensamos. ¡Y duró dos días!. Nueve meses después nació nuestro mayor logro, León.
Nuestra vida fue un ir y venir de un lado para otro. Después de nuestros correspondientes hoteles hemos vivido juntos en ocho casas, siempre nos gustó movernos, descubrir nuevos lugares, en definitiva, nos sentíamos en casa allá donde habitábamos. Somos errantes, ya que León y yo nos seguimos sintiendo igual, cuando vamos de fin de semana siempre llamamos “casa” al lugar dónde pernoctemos. La dirección del hogar siempre ha estado ligada a nuestros trabajos, en concreto al de Olga, que era el que más costaba acoplar y la que más ganaba. A mí no me importaba probar lugares nuevos, siempre me adapté a ella. Además, en todos los lugares se necesita sonreír y ahí encontraba mi hueco en el mercado laboral.
Siempre quisimos vivir en un pueblo como Alpuente, sabíamos que tarde o temprano acabaríamos cumpliendo nuestro sueño, y así fue. El diagnostico de Olga fue el detonante de nuestra decisión, que habíamos tomado hacía tiempo. Así que tras el confinamiento, en el verano de 2020, nos compramos la casa en una de las maravillosas aldeas de la Serranía de Valencia.
Olga consiguió una comisión de servicios en Alpuente, que le permitió cumplir su sueño de trabajar en una escuela rural. A ver, estaba enferma, muy enferma, pero lo de ella era increíble. Tras el diagnostico, tratamientos de quimioterapia y radio, secuelas y la progresión del cáncer que aumentaba por semanas, Olga quería seguir trabajando. Decía que ella se sentía bien y que mientras pudiera no pararía de currar, no quería parar sus vida solo porque se fuera a morir. La clave, que mucha gente sabe, es que ser y ejercer de maestra era lo que le daba más vida y, los que la conocíamos bien sabemos, que si no lo hubiera hecho el final habría llegado antes. Una verdadera pena que solo pudiera cumplir su sueño durante dos meses, recuerdo que prácticamente la tuvimos que obligar a dejar las clases.
Vivir en una aldea era uno de nuestros objetivos vitales, cumplirlo fue uno de los factores que hicieron que nuestro final fuese maravilloso.
No sé cuanto tiempo nos quedaremos León y yo por aquí, lo que si tengo claro es que en algún momento nos iremos a descubrir nuevos lugares.
¿Dónde nos llevará el destino?
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